Un café con leche,
3 tostadas,
queso fundido,
cae la lluvia en Puebla.
Pasan el faro,vos y las olas de La Pedrera-Uruguay por la ventana.
Haciendo la lista de pendientes, anoto;
tomates, cebollas,lechuga, vos y algunos pimientos.
Se te ocurre pasar al cuarto. todavía no es la hora de la siesta.
Voy a buscarte y recostarme,me saco, las zapatillas,
las dejo a un lado, me saco la ropa y la doblo ordenadamente,
justo al lado del espacio donde tirarías todas tus cosas.
Me perfumo la piel y me acuesto,
al lado de tu lugar.
A las cinco escucho el sonido de la ducha,
caminas del baño hacia el living con tus pies-patas de pato y tu sonrisa,
de tan tuya,
van detrás tuyo la torre Eiffel, Paris y el pasadiso donde nos conocimos de la selva de Perú ya cansado de seguirnos por tantos caminos.
Llego al living, subo mis pies a la mesa ratona,
te sonrío en nuestra foto escondida bajo el mármol de la mesa
y mientras Chavela Vargas se toma su último trago, te veo de nuevo,
subiéndote al metro,
la puerta se traba, te empujo y desde la ventana me saludas,
con los ojos llorosos, yo sabía, no nos íbamos a ver mas.
3 tostadas,
queso fundido,
cae la lluvia en Puebla.
Pasan el faro,vos y las olas de La Pedrera-Uruguay por la ventana.
Haciendo la lista de pendientes, anoto;
tomates, cebollas,lechuga, vos y algunos pimientos.
Se te ocurre pasar al cuarto. todavía no es la hora de la siesta.
Voy a buscarte y recostarme,me saco, las zapatillas,
las dejo a un lado, me saco la ropa y la doblo ordenadamente,
justo al lado del espacio donde tirarías todas tus cosas.
Me perfumo la piel y me acuesto,
al lado de tu lugar.
A las cinco escucho el sonido de la ducha,
caminas del baño hacia el living con tus pies-patas de pato y tu sonrisa,
de tan tuya,
van detrás tuyo la torre Eiffel, Paris y el pasadiso donde nos conocimos de la selva de Perú ya cansado de seguirnos por tantos caminos.
Llego al living, subo mis pies a la mesa ratona,
te sonrío en nuestra foto escondida bajo el mármol de la mesa
y mientras Chavela Vargas se toma su último trago, te veo de nuevo,
subiéndote al metro,
la puerta se traba, te empujo y desde la ventana me saludas,
con los ojos llorosos, yo sabía, no nos íbamos a ver mas.
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