23 de julio de 2014

amor danés

Tenía hambre, estaba aburrida y si o si debía mantenerme despierta.
Dos horas para recorrer el aeropuerto y deleitarme los ojos con los daneses víctimas de la moda.

Nueve coronas para gastar.
Mi cuaderno para escribir.
Entonces escuché una mujer gritar, era una china japonesa, nunca logro identificarlos. Ella solo gritaba, el policía danes le decía en inglés que no entendía y ella solo gritaba con aspecto de queja y descontento o quizá nos estaba invitando a una fiesta,  vaya a saber, me interrumpió el espectáculo la mirada de un increiblemente nervioso chico que no podía frenar lo tembloroso de sus piernas, entonces lo seguí.

Nos fuimos al kiosco/shop de esos que te ponen a la vista todo lo que no es necesario para un viaje pero seguro mas a llevar.
Mientras buscaba en las góndolas lo que mas me llene con nueve coronas, lo espiaba a el, extasiado no podía parar de transpirar, entonces se frenó,  respiró hondo y tomó un ramo de rosas color bordó,  bajó la cabeza, se sentía avergonzado, sabía que llevaba el ramo mas hermoso de todos lo que había y el lo había elegido.

Yo no encontraba nada por nueve,  la panza me hacía ruido pero estaba feliz por él.
Encontre una manzana por ocho, lo único y si, venden manzanas en el kiosco del aeropuerto,  la iba a comprar y ahora iba a tener  de vuelto una corona danesa para mostrarle a mi papá, siempre me gustó hacerlo después de cada viaje aunque se que a el no le importa mucho.

La pagué lo mas rápido que pude y seguí a Mark, nose porque me gustaba pensar en que mi personaje ya tenía nombre.
Todo ese tiempo Mark había estado parado frente al tubo de las banderas mirandolas,  sacó dos pequeñas de Dinamarca,  sacó un paquete de caramelos de menta y sabiendo que transpiraba y temblaba, levantó la cabeza, miró a la cajera y le dio las cosas, ella hizo como si no notara nada, nunca vi un personaje tan bien representado.

Mark se fue hacia los asientos,  puso una bandera a cada lado del ramo y miró la hora, parecía ser el momento,  se acomodó la camisa transpirada y se fue con u  caramelo mentolado hacía el sector de arrivos.
Mientras eso escuche en el peor español que había oído,  mi nombre llamado por un parlante porque mi vuelo a Alemania estaba embarcando.

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