9 de junio de 2015

En viaje: buscando tesoros(sí, tesoros) en Alemania

 Después de trabajar tres semanas en un festival de Teatro en Frankfurt-Alemania, me encontraba a la deriva, el plan inicial era quedarme en la casa de unos amigos de mi chico(a quienes no conocía) la semana sándwich que tenía entre el festival y el viaje Paris pero decidí cambiar mi rumbo ya que Frankfurt no me había deslumbrado y ya que mis gastos en esas tres semanas habían sido sólo 10 euros. Entonces comencé a meditar la idea de irme con Lauren y Tobas, una pareja de estadounidenses que conocí en el festival, a Amsterdam (un viaje que íbamos a hacer entre 10 que termino siendo solo de nosotros tres).

La mañana que debíamos abandonar la residencia artística, después de una larga noche yo soñaba que estaba en un recital de los Rolling Stones peleando con un amigo porque la llave de mi casa era muy grande (era un sueño dije) y en eso entro corriendo Lauren (imagínese a Jonis Joplin peliroja)  y muy ansiosamente (como suele serlo en todo) me grito: “Wake up Juli-eta(le costaba decir mi nombre horrores) Let’s go to Amsterdam!” y claro, como todos suponen, no le pude decir que no, termine de armar mi mochila y baje, ellos ya habían contactado con un señor que solía recorrer el festival haciendo acertijos y preguntas-soluciones para cambiar el mundo, el señor pregunta(no recuerdo su nombre, pero siempre andaba con un signo de pregunta gigante o se ponía una remera amarilla con un signo de pregunta negro pintado) se dirigía a Holanda, no exactamente a Amsterdam, pero nos iba a alcanzar.
Cuando Tobas abrió la puerta del acompañante vimos un oso de peluche gigante y automáticamente entendimos de que se trataba de un viaje particular, a los segundos el señor pregunta nos dijo que si no nos molestaba, debía hacer unas paradas antes del destino final.
La primer parada fue en un lugar alejado, dejamos al gran oso de peluche en custodia de nuestras mochilas(que eran muchas por que los chicos venían viajando hacia varios meses) y nos bajamos del auto, Lauren y yo nos mirábamos desconcertadas, si bien la conocía hace tres semanas sabía que con ellos estaba todo bien pero el hecho tener que hablar en ingles, de no poder hablar fluído en español y tirar un “che blda que onda esto” y si bien el señor pregunta se suponía era de confianza, por segunda vez en el viaje yo pensaba  por dentro “Y bueno Julieta…quizá hasta acá llegaste, fue una linda vida, una muerte digna, buscando tesor.. ¡mierda! mira como te moris, ¡estúpida!.”
Comenzamos a caminar bosque adentro, yo seguía a Tobas, él sabía alemán y se comunicaba mejor con el señor pregunta, y volví a preguntarle “Tobas what we are doing?” (Tobas, ¿Qué estamos haciendo?) y el me miró y me dijo “For 3th time Juliet, we are looking for treasures ” (por tercera vez Julieta, estamos buscando tesoros” y ahí pensé “LESTO, estoy muertaSA “.
Seguimos caminando y encontramos una especie de casa para pajaritos con un candado con un hermoso acertijo en alemán (que descifraron ellos) y se trataba de darle luz al círculo donde se supone sale el pajarito, para encontrar el número y poder abrirlo en búsqueda del gran tesoro. CHARAN.
Sí, resulta que hay gente que esconde tesoros en el mundo para viajeros, es una aplicación: Geocaching, donde la gente esconde tesoros para ser encontrados por viajeros o en realidad, por quien los busque y da las coordenadas para que, el buscador a través de algún smartphone pueda dar con su escondite y llevarse el pequeño presente (si es que lo hay) o marcar con su nombre en la lista de visitas que estuvo ahí.

Es divertido, la gente deja juguetes de su infancia, poemas, cosas, chocolates, mensajes; pero a veces no tanto, después del tercer tesoro Lauren y yo nos dormimos, llovía a cántaros, ya estábamos tranquilas de que no íbamos a morir, nos esperaba un largo viaje de fiesta en Amsterdam y Tobas estaba entretenido,  con intenciones de hacerle el aguante al señor pregunta o buscando una excusa para dejar de viajar abrazado al oso gigante, vaya uno a saber.

Después de tantas horas buscando tesoros llegamos a la conclusión de que para un viajero solitario es una actividad que puede sumar a un día en el que  no hay nada para hacer o puede ser una buen excusa para tener un destino cuando salimos a caminar sin rumbo, para ver nuevos lugares que quizá hubieses pasado de largo si no tenías ese objetivo. 

Nuestra búsqueda paso del bosque a una antigua cigarrera, a la entrada de una casa histórica en un pueblo en la frontera con Holanda hasta un punto a metros de la ruta..(vaya uno a saber que ruta). En fin, una actividad más cuando se viaja que se puede sumar, porque los verdaderos viajes se dan fuera de lo que uno planea en el propio viaje :)

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